Las 5 Etapas del Duelo
Cuando sufrimos una
pérdida de alguien o algo importante para nosotros, pasamos por una serie de
etapas de dolor que al parecer son universales, pues las experimentan por igual
personas de cualquier cultura y clase social.
Este luto se
produce en respuesta a la pérdida de un ser querido, al fin de una relación, al
hecho de averiguar que padecemos una enfermedad terminal, etc.
Negación
La primera reacción
que mostramos tras una pérdida dolorosa es negar la realidad de la situación.
Muchos suelen pensar: “Esto no está pasando, esto no puede estar pasando”. Es
una reacción normal y una manera de racionalizar las emociones abrumadoras. Es
un mecanismo de defensa que amortigua el impacto inmediato de la pérdida.
Bloqueamos las palabras y escondemos los hechos.
Ira
Ira
A medida que los
efectos de ocultación y de la negación comienzan a desgastarse, la realidad y
el dolor afloran. Pero no estamos listos. La intensa emoción de dolor se
desvía, reorientándose, y se expresa de manera contradictora en forma de ira.
El enojo puede estar dirigido a objetos inanimados, a extraños, a amigos o
familiares. La ira puede enfocarse también hacia el ser querido fallecido.
Racionalmente, sabemos que la persona no tiene la culpa. Emocionalmente sin
embargo, podemos sentirnos resentidos con ella por causarnos tanto dolor al
dejarnos. Nos sentimos culpables por estar enfadados, y esto nos hace
enfadarnos más todavía. Pero el duelo es un proceso personal que no tiene
límite de tiempo, ni una forma “correcta” de pasarlo.
Negociación
Esta es una
reacción normal a los sentimientos de impotencia y vulnerabilidad, es a menudo
una necesidad de recuperar el control. Esta puede suceder antes de la pérdida,
en caso de tener a un familiar con enfermedad terminal, o bien después de la
muerte para intentar posponer el dolor que produce el abandono. En realidad
surge la esperanza de que se puede de algún modo retrasar el dolor.
En secreto, podemos
hacer un trato con Dios o nuestro poder superior, en un intento de posponer lo
inevitable. Esta es una débil línea defensa para protegernos de una realidad
dolorosa.
Depresión
Hay dos tipos de
depresión asociadas al duelo. La primera de ellas es una reacción a las
implicaciones reales relacionadas con la pérdida. La tristeza y el pesar
predominan este tipo de depresión. Nos preocupamos por los costos, por el
entierro. Nos preocupa que, a nuestro
pesar, hemos pasado menos tiempo con otras personas que dependen de nosotros.
Esta fase puede aliviarse con la en acompañamiento los demás y unas pocas
palabras amables.
El segundo tipo de
depresión es más sutil y, en cierto sentido, más privada. Es nuestra
preparación frente a la separación y la despedida personal de nuestro ser
querido. A veces todo lo que realmente necesitamos es un abrazo.
Aceptación
Llegar a esta etapa
del duelo es un regalo que se presentará al final del proceso.
La muerte puede ser
repentina e inesperada, y nos parece que jamás podremos ver más allá de nuestra
ira o negación. No es necesariamente un signo de valentía resistir lo
inevitable y negarnos la oportunidad de hacer las paces con nosotros mismos.
Esta fase se caracteriza por la retirada y la tranquilidad final. Esto no
significa que sea un período de felicidad, es más bien un período de paz, es el
momento en el que hacemos las paces con la pérdida que hemos sufrido, dándonos
la oportunidad de vivir nuevamente a pesar de la ausencia.
Los seres queridos
que están enfermos o terminales, parecen pasar también por un período final de
retirada. A pesar de que no siempre que son conscientes de su propia muerte
inminente, en ocasiones el deterioro físico puede ser suficiente para producir
este tipo respuesta. La dignidad mostrada en el momento de morir de nuestros
seres queridos puede ser su último regalo hacia nosotros.
Hacer frente a la
pérdida es, en última instancia, una experiencia profundamente personal y
singular, nadie puede ayudarnos a ir a través de ella con mayor facilidad ni
entendiendo todas las emociones por las que estamos pasando. Sin embargo, otros
pueden estar allí para nosotros y ayudarnos a través de este proceso. Lo mejor
que podemos hacer es permitirnos sentir el dolor. Resistir sólo servirá para
prolongar el proceso natural de curación.
Todos estos
sentimientos son normales. Sin embargo, no todas las personas que están
atravesando un duelo experimentan todas estas emociones. Y no todas las
personas experimentan estas emociones en el mismo orden. También es común
volver a pasar por alguna de estas etapas más de una vez. El duelo puede
incluir muchas otras emociones e, incluso, síntomas físicos.
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