Factores de Riesgo del Duelo

El riesgo de padecer un duelo complicado se refiere al grado de susceptibilidad que tiene el doliente de padecer los problemas de salud asociados al duelo (duelo prolongado, depresión, ansiedad, etc.).

Por ello, se deben valorar los factores de riesgo y las probabilidades de desarrollar un duelo complicado mediante las siguientes fuentes: las mejores evidencias disponibles, el juicio clínico, la información obtenida acerca del                                                                                       entorno familiar o procedente de él.

En el caso de un duelo por pérdida de un ser querido, el genograma puede ser de ayuda para conocer la estructura familiar, sus recursos y capacidades y sus posibles disfunciones, e identificar los miembros con mayor riesgo. La evaluación del riesgo abarca no sólo al cuidador principal, sino también a los familiares más cercanos y a las personas que tienen una relación significativa con el enfermo, lo que permite dirigir los cuidados de duelo más intensivos a las personas que más los necesitan. 

El impacto de la pérdida depende de cuatro factores de riesgo: 

1.    Características de la enfermedad, de los cuidados terminales y de la naturaleza de la muerte:

• Muerte repentina o inesperada, especialmente, a) si se ha producido en circunstancias traumáticas; b) si supone un estigma (suicidio, homicidio, SIDA); o c) si el doliente no ha tenido ocasión de prepararse o anticiparla.
• Enfermedad excesivamente corta (doliente con sensación de no estar preparado).
• Enfermedad prolongada y doliente en edad media (una larga enfermedad puede sobrepasar los mecanismos de adaptación de los familiares).

2.    Características del doliente:

• Fase del ciclo vital: especialmente cuando el doliente es un adolescente, una persona que enviuda joven o anciana, o una madre viuda o separada. 
• Historia de pérdidas previas, especialmente no resueltas: infidelidad, divorcio o abortos.
• Factores estresantes concurrentes: tensiones familiares, problemas económicos o laborales, insatisfacción con los cuidados o abuso de alcohol o psicofármacos.
• Enfermedad física o mental: especialmente, problemas de salud mental que han requerido tratamiento psiquiátrico o psicológico, o historia familiar de trastornos psiquiátricos.
• Intenso sufrimiento durante la enfermedad, antes de la muerte.
 • Mala adaptación inicial a la pérdida, expresada como sufrimiento emocional intenso o depresión severa.
 • Incapacidad o limitación en el uso de las estrategias de afrontamiento: cuidado físico, identificación de aspectos importantes del proceso de duelo, búsqueda de un significado en la pérdida, modulación del sufrimiento del duelo, diferenciación entre dejar ir y olvidar, o acceder a las ayudas disponibles.
• Soledad. Personas solitarias o distantes.
• Poco control interno sobre las creencias; por ejemplo, sentir que no controla su propia vida.

3.    Relaciones interpersonales:

• La disponibilidad de apoyo social, especialmente si las personas que lo rodean no lo apoyan o el doliente lo percibe como tal, o son percibidas como antagónicas o poco amistosas.
• El doliente no tiene una persona de confianza con quien compartir sus sentimientos, dudas, preocupaciones o cuestiones existenciales.
·         La experiencia del duelo altera la red de apoyo social; por ejemplo, no encontrarse con sus viejos amigos con la misma frecuencia que antes del fallecimiento.
·         El doliente no está satisfecho con la ayuda disponible durante la enfermedad.
• El apoyo de familiares y amigos antes del fallecimiento fue bueno, pero después disminuyó.
• Relación ambivalente o dependiente con el fallecido.
• Matrimonios con una relación especialmente buena, duradera y exclusivista.
• Familias con bajos niveles de cohesión, comunicación y capacidad para resolver conflictos.

4.    Características del fallecido:

• Niño o adolescente.
• Muerte de un hijo por un problema hereditario, o de forma repentina o violenta.
• Progenitores, adolescentes o adultos jóvenes; especialmente, si el padre o la madre que sobrevive tiene pocas capacidades de afrontamiento.

En el caso de pérdidas de otro tipo, serán similares los factores de riesgo, considerándose la calidad de conexión con la persona/objeto perdido, y las características interpersonales y personales del doliente. 

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